No termina el primer trimestre de este año, y ya tendremos unas mini vacaciones, los días de carnavales. Son la escusa perfecta para festejar y tomarse unos días libres, donde algunos prefieren ir a la playa, o descansar en casa y otros disfrazarse de los atuendos más peculiares. Encontramos en los bulevares citadinos un conjunto de singulares personajes que adornan y celebran la festiva fecha.
Pero qué pasa cuando la fiesta acaba y aun permanece en cada uno ese disfraz... si, y no me refiero a dejarse el disfraz material, ni la mascara con el traje, ni mucho menos ese make up, me refiero a ese disfraz que dejan que se apropie de sus personalidades, de ese que cubre su verdadero ser, de ese que permite ocultar lo que en realidad son.
Justo ahora me he dado cuenta que es difícil llegar a conocer a las personas, tal y como realmente son, puede ser que algunos digan ser los mejores, y hasta te brinden una mano amiga cuando lo necesitas, ¿pero es cierto todo eso? Seguramente no, es el disfraz de la mentira, la mascara del engaño, un look completo que muestra un blanco puro, ocultando debajo un negro muy frío.
Es cierto, quizá sólo hago esto porque es triste que estas cosas sucedan, más no estoy dolido por aquel hecho, pero ¿acaso a ustedes no les ha pasado algo similar? Creo en la sinceridad, y en las personas buenas (no en su totalidad, pero creo) pero no es necesario mentir, ser o parecer seres que no son, para luego dañar a las demás personas.
Este post no va dirigido hacia alguna persona en especial, sólo comparto lo que aseguro ustedes también han sufrido, quitémonos las los antifaces y seamos quien en realidad somos.
¿y tú ya te quitaste la máscara?